lunes, 9 de diciembre de 2013

Crear el presente e imaginar el futuro: #escenariostec

Crear el presente e imaginar el futuro#escenariostec
Huella Narrativa
Y bueno …. llegamos al final. Parece increíble, no es cierto ? Pero aquí estamos, escribiendo y publicando las últimas reflexiones ya en la semana 4.

De verdad aprendimos mucho, y sobre todo lo disfrutamos!

 Pude cumplir con mis  expectativas de inicio: una experiencia activa de aprendizaje con otrxs (autores, docentes, compañeros).
Ahora nos enfrentamos al último… último… reto ansiosos por el video de cierre donde seguramente nos servirá para valorar el esfuerzo y reconocer y reconocerse en los aprendizajes, las reflexiones y preocupaciones compartidas por todo un equipo.
El recorrido ha sido seguramente "desbocado" en términos de Guiddens, como el mundo en el que nos ha tocado vivir. Es posible que al finalizar  tengamos más dudas que al inicio y estemos hiperventilados de interrogantes. Valoro el permitir asomarnos a algunos marcos teóricos que nos permitieron dar cuenta de la realidad.

Algunos materiales complementarios de diferentes autores nos permitieron encontrar miradas más divergentes, para profundizar en algunos aspectos, para seguir pensando en las ideas planteadas, y para, seguramente, empezar a formularse preguntas sobre los diversos tipos de materiales accesibles gracias a las TIC sobre las que volveremos en nuestras prácticas profesionales.

Así que como ven, esto no es todo aún…..



miércoles, 4 de diciembre de 2013

Movimiento Abierto:#escenariostec

Movimiento abierto:#escenariostec

¿Abrir las escuelas = redes educadoras?

En este comienzo del siglo XXI, las instituciones educativas suelen ser consideradas como ambientes pobres en el plano simbólico (y, en muchas ocasiones, lo son), por lo que –se dice- deben abrirse a las influencias educativas de la sociedad y a la riqueza de estímulos de los flujos y espacios de interacción electrónicos. En esta visión, mientras se estimula a las escuelas a invertir en la incorporación de tecnologías, es común que Internet sea presentada como una fuente democrática e inagotable de recursos, oportunidades y conocimientos. Vivimos una época en que la tarea de la mayor parte de las escuelas y de los enseñantes se ve crecientemente acechada por la influyente presencia de los flujos comunicacionales. Hasta no hace muchos años, las tecnologías de la información eran vistas como “intrusas” en el mundo escolar (Gros Salvat, 2000). La difusión social de PCs y de Internet en los hogares y en otros ámbitos de vida han contribuido a incrementar y naturalizar su presencia. A la vez, muchas escuelas y educadores han asumido el desafío de incorporarlas en la cotidianeidad escolar y en las tareas de enseñanza.
No obstante, se pude decir que existe un malestar básico que atraviesa el encuentro histórico –tan complejo como inevitable- entre las escuelas y las TIC. El trabajo y la definición de la misión de los docentes se constituyó en el espacio social ordenado por el proceso de construcción de las sociedades nacionales. El docente fue históricamente un representante de un orden social y cultural, portador de una unidad de sentido y una comunidad imaginada (la Nación). La alteración de ese suelo de constitución ha generado, desde hace ya algunas décadas, una sensación estructural de impotencia, agobio o debilitamiento de la tarea docente. A esto debe sumarse el énfasis que en los últimos años las políticas han puesto sobre la gestión local-institucional del proceso educativo. De este modo, afectados por la pérdida de poder, por un proceso de profesionalización contradictorio y por la pérdida de protección que brindaban los aparatos estatales y las sociedades nacionales -plenas, coherentes y “autosuficientes”-, la voz y la identidad de los educadores se ha debilitado. Mientras una nueva profesionalidad docente -basada en la colaboración y en una valorización de sus conocimientos, salarios y condiciones de trabajo- no termina de nacer, el crecimiento del poder social de los “nuevos actores” del mundo de las redes refuerza ese sentimiento de pérdida y de amenaza de una unidad, de un sentido y de una evidencia plenas que se han perdido.
En cierto modo, con el crecimiento de las redes y de la producción industrial de bienes simbólicos, el movimiento histórico que fundó el orden clásico de la escolarización parece invertirse. Si la escuela se afirmó como un espacio cerrado que se orientaba a moralizar a los individuos para mejorar la sociedad, el mundo actual de las redes es presentado como una oportunidad de reintegrar lo social para redimir a la escuela, presentada muchas veces como un espacio cerrado, autoritario o aburrido. Atravesada por los flujos e intercambios proveedores de riqueza material y simbólica, ahora sí se plantea posible –para los que adscriben al coro de la Sociedad de la Información- reencontrar en estos intercambios la “buena sociedad” expulsada por el orden burocrático de la organización escolar. Al igual que el libre comercio, Internet suele ser presentada como un remedio contra el conservadurismo y la artificialidad de la escuela, como un medio de traer lo real a las aulas. En algunas visiones, es gracias a las TIC que niños y niñas -liberados de la tutela asfixiante de maestros/as poco competentes y de las limitaciones de la tecnología del libro- podrán formarse investigando, expresándose, jugando y cooperando (y otras actividades propias de nuestra moralidad pedagógica actual) mientras visitan sitios web o arman proyectos colaborativos a distancia. El panorama de las prácticas reales es, seguramente, más complejo y matizado (Palamidessi, 2001; Goodson et alli, 2002).
Como se muestra en el capítulo 3, el desarrollo de estas nuevas capacidades en los individuos precisa de una escuela que participa de redes de colaboración y que adquiere las lógicas de un nodo en una red. Para esto, se requiere hacer funcionar distintos espacios y dispositivos de reconstrucción/recreación del conocimiento y de una fuerte disponibilidad de recursos (humanos, materiales y de instancias de apoyo). Pero no siempre estas condiciones están presentes.
Lo cierto es que las tecnologías y las redes globales se expanden mientras el mundo de los educadores está atravesado por fuertes sentimientos de incertidumbre (ver capítulo 4) y, en muchos lugares, de pesimismo o desaliento. ¿Se trata de una mera coincidencia histórica o hay relaciones profundas que unen secretamente ambos procesos? Hay muchas cosas que deben ser pensadas en torno al cruce de estos dos hilos de la historia.
A lo largo y a lo ancho del mundo, millones de escuelas, educadores, académicos, activistas, ciudadanos y estudiantes están inventando y difundiendo nuevas formas de enseñar, comunicarse, compartir conocimientos y estudiar utilizando redes y tecnologías informacionales. Muchas de estas experiencias constituyen importantes desafíos a las lógicas puramente mercantiles. Trascendiendo antiguas barreras físicas, políticas y culturales y a través de un proceso de aprendizaje multicultural, horizontal y descentrado, enseñantes y aprendices de todo el mundo están procesando aquello que señalaba Edgar Morin en el capítulo final de su libro Para salir del siglo XX: analizar y aquilatar lo que queremos y nos es imprescindible conservar, lo que necesitamos crear/inventar… y lo que debemos dejar morir. Pero, ¿no será que los Estados son ya muy débiles para poder cumplir con sus viejas tareas y muy viejos para lidiar con las dinámicas del mercado global y los ritmos de cambio que impone la ola informacional? ¿Son las sociedades actuales y sus organizaciones impotentes
Ref. Transformaciones y desafíos de la educación. FLACSO,2012


En tanto nuestra vida está "cada vez más conectada" y donde cada vez más estamos expuestos a diferentes flujos info-comunicativos, descubrimos en realidad una vieja realidad: "todos los caminos conducen a Roma", y en el presente, la diversidad y aparente heterogeneidad de estos flujos conducen a un reducido número de empresas que los controlan.

Esto resulta doblemente interesante de analizar, pensando en que cada vez más gracias a los programas de entregas de computadoras a los estudiantes cada niño una pantalla, puede ser leido también por cada pantalla un consumidor, que siendo niño posee muy pocas herramientas para filtrar y reconocer que todos los caminos conducen a Roma.
Ref. Industrias culturales: Martín Becerra